Carta a los novios
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Estimados novios:

Me presento a vosotros. Soy un sacerdote anciano. Me gusta ser sacerdote y querer a la gente. Por las calles, con frecuencia hablo con jóvenes, con ancianos, enfermos, novios, forasteros e incrédulos.

A los novios les pregunto coloquialmente:

- ¿Cuánto os queréis?

Respuesta fácil:

- Mucho, mucho.

Os invito a que le pidáis todos los días al Señor que cada vez os querías más. Pero tened presente en vuestra mente y en vuestro corazón que el AMOR ES UN DON DE DIOS. «Ni el que planta ni el que riega son nada». Es Dios el que da el incremento. «Sin Mí, nada podéis hacer».

El noviazgo es un tiempo para conoceros y ayudaros en todas las dimensiones de la vida: en lo humano, en lo afectivo y en lo espiritual, aspectos esenciales para formar una familia feliz, nido de futuros retoños, que serán vuestra mayor alegría.

Es un tiempo e renovar vuestra vida cristiana y amistad con el señor, vida que empezó con vuestro BAUTISMO, y que pide un cuidado esmerado.
Vivid unidos a vuestra parroquia. Ella es en palabras del Papa Juan XXIII, fuente del pueblo, donde saciamos nuestra sed interior.

Vivid la misa del domingo pidiendo por los pobres, por vuestros difuntos, etc. Preparad vuestra boda con tiempo y sin despilfarros y gasto superfluos. Es os amargan después vuestra vida.

Yo vivo en la Casa Sacerdotal, en la Plaza de la Catedral, con otros sacerdotes, ancianos y enfermos.

Que Dios os bendiga.


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