
El día de la Virgen del Pilar de 2018 y bajo su protección, presenté en la parroquia de san Pedro Apóstol mi campaña-proyecto, mi cántico nuevo, sobre lo que son y tienen que ser para nosotros, hoy, los mártires almerienses del siglo XX.
El día catorce lo expliqué en las cuatro Misas, dos de ellas celebradas por mí. Los fieles seguían la explicación con gran atención. Mi explicación tenía por objetivo llegar a muchos con los medios de difusión y comunicación con los que contamos hoy para dar a conocer la vida y obra de los mártires al tiempo que promover una campaña de oración por el Papa Francisco. Esta campaña la presento en tomo a las preguntas siguientes:
- ¿Qué han sido y son los mártires para mí? Viví de niño, con siete años de edad, el martirio en 1936 del Rvdo. D. Herminio Motos, párroco de la villa de María (Almería). Cuando al día siguiente acompañé a mi madre a por agua a la fuente estaban tirando las campanas arrojándolas del campanario. Al pasar junto a las gentes enloquecidas, como el párroco era amigo de la familia, alguno de los presentes le dijo en voz alta a mi madre con la intención de hacerle sufrir: «Pepa, hay olor a carne fresca». Desde entonces sentí deseo de ser sacerdote arrastrado por el ejemplo del mártir. En aquel momento trágico nació mi vocación así como la de otros que más tarde fueron sacerdotes.
- En mi vida de sacerdote he experimentado siempre la ayuda de los mártires para el apostolado sencillo de querer a la gente, hablar con ellos, saludarlos por la calle, interesarme por su vida… Me gusta imitar a Jesucristo en este apostolado callejero de la amistad y de la bondad.
- La Beatificación de los 115 mártires almerienses del siglo XX el pasado año, 25 de marzo de 2017, fue un gozo especial para mí al tiempo que un estímulo grande en mi vida personal y sacerdotal. Fue un gran acontecimiento para toda la Iglesia diocesana y para la Iglesia universal, una lluvia de gracia para todos los presentes en el hermoso y concurrido acto de beatificación presidido por el representante y enviado del Papa, el cardenal Angelo Amato.
- Con igualo mayor emoción asistí el día 9 de octubre de 2018, en el salón de actos san Juan Pablo II, cerca de nuestra residencia sacerdotal san Juan de Ávila, a la presentación de la identificación de las reliquias de los beatos. En la sala noble de conferencias se respiraba un clima parecido al que esperamos en el cielo lleno de amor, silencio orante. ¡Nunca había experimentado algo tan inefable!
Junto a mi butaca había una familia, padre, madre e hijo de menos de diez años. El niño seguía las explicaciones con una atención impropia de su edad, como un adulto. Me animó a seguir difundiendo la vida y obra de nuestros mártires al ver la atención de aquel niño. ¡La vida de los mártires sigue atrayendo a muchas personas de corazón limpio como los niños! No menos consolación provocó en mi alma asistir a través de la pantalla del televisor a las canonizaciones del día 14 de octubre de san Pablo VI, San Óscar Arnulfo Romero, la Madre Nazaria María y hasta seis nuevos santos.
¿Cuál es hoy mi deseo al escribir estas líneas? ¿Qué pido a aquellos que las lean?
- Invito a todos a que se hagan, a través de internet u otros medios, de imágenes de los mártires y las pongan en lugares de recogimiento en los hogares cristianos. Incluso, si es posible, las amplíen, para que su presidencia en la casa sea visible y susciten la pregunta sobre sus personas y sus vidas.
- Para lograr este fin de dar a conocer a nuestros mártires me ayudan y animan algunos símbolos y pensamientos bíblicos tales como que la gracia de Dios es como una acequia llena de agua que sacia y fortalece a todo el que toma de ella y la imagen de la lluvia como bendición de Dios que fecunda, sin apenas ruido, la tierra. La sola presencia de las imágenes de los santos en nuestras casas, en nuestros devocionarios, en nuestra mesilla de noche, son ya una oración que nos estimula a imitar su santidad y entrega.
- A los sacerdotes les pido que intensifiquen su oración y acudan a la intercesión de nuestros mártires para crecer en santidad y rueguen sin cesar por el Papa Francisco que como Vicario de Cristo nos preside en la caridad en mitad de los oleajes y tempestades del mundo.
¡Qué nuestros mártires intercedan por nosotros, nuestra Iglesia diocesana, nuestro Obispo, para que aprendamos de su generosidad sin límites dando sus vidas por la salvación de las almas!
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