JC - Sonia Rodríguez González
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PENSAMIENTOS y REFLEXIONES

A veces

Muchas veces pierdes lo que tienes por una simple tontería. Por una palabra que callaste o por una que dijiste de más, por tus actos, por tu temperamento estúpido, o por tu arrogante orgullo. Porque has decidido que en el suelo tampoco se está tan mal, de hecho a veces resulta incluso cómodo, porque te has rendido. Porque las cosas malas se acumulan y no es justa la manera en la que tratas a los demás, pero tampoco es justa la manera en la que te tratan a ti. Porque te arrastraste demasiado por alguien que jamás haría lo mismo por ti y porque ahora ya lo sabes. Porque ya no distingues quién vale la pena de quién no, y ante la duda te callas en vez de pedir perdón, no haces nada, huyes en vez de enfrentarte y lo único que pasa es que nadie viene a buscarte. La gente se olvida de lo que pasó ese día, del problema que causó que todo cambiara. Pero sin embargo tú no puedes olvidar tu problema, porque tu problema eres tú misma.

Hay días…

Hay días en los que me levanto con ganas de comerme el mundo y lo único que me como es el suelo.
Hay días en los que me levanto con unas terribles ganas de amarte y me choco de frente contra todo el dolor que eso provoca.
Hay días en los que me levanto y me prometo a mí misma que voy a olvidarme de todo, en especial de ti.
Hay días en los que cumplo mis objetivos y hay días en los que no.
Hay días en los que me levanto más sensible de lo normal, en los que mi corazón te pertenece completamente, en los que la música manipula todos mis sentimientos y en los que la cosa más tonta me da ganas de llorar, ya sea de felicidad o de tristeza.
Hay días que siguen un camino recto, que son tan aburridos como siempre, que no me aportan nada nuevo; otros son un camino lleno de curvas, de obstáculos, de sorpresas… Un reto a superar.
Hay días en los que tu mirada me parece la más bonita del mundo y en los que el recuerdo de tu voz es la única melodía que se repite en mi cabeza.

Sueños

Son curiosos los sueños.
A veces aprovechan nuestra imaginación latente durante el día para crear un mundo donde todo es como nosotros queremos, sin preocupaciones, sin nada que nos haga daño. De colores bonitos, vamos, con todo a nuestro gusto. Tanto que lo cambiaríamos por la vida real sin pensárnoslo dos veces.
Pero otras, los sueños pueden ser todo lo contrario. Pueden atormentarnos más que la vida misma con cosas que despiertos no llegaríamos ni a pensar. Son esos sueños que te hacen moverte inquieta por toda la cama, sudorosa y gritando silenciosamente que alguien te despierte. Hay quién los llama pesadillas, da igual, es lo mismo, sueños después de todo.
Pero… ¿cuándo un sueño se convierte en pesadilla?
Eso nadie lo sabe. Al igual que nadie sabe por qué cuando todo es dulce te despiertas en la mejor parte quedándote de pronto con el sabor amargo de no saber qué pasa después. Te despiertas sin ningún motivo, pues no hace ni frío ni calor, ni tienes sed, ni se ha escuchando ningún ruido, ni siquiera es la hora de levantarse. Te despiertas porque todo se tiene que joder.
O por qué cuando gritas que alguien te despierte nadie lo hace. Te quedas con la angustia durante toda la noche, siendo tan real que cuando al fin consigues despertar permaneces unos minutos convenciéndote de que no pasa nada, de que los monstruos se quedarán en el armario y esa historia de terror guardada en el cajón.

Arrepentimiento

El arrepentimiento es uno de los peores sentimientos de este mundo. No hay nada que te queme más por dentro que arrepentirte de una decisión que has tomado tú misma y no otra persona; no puedes culpar a nadie para librarte del peso, éste cae sobre ti completamente, aplastándote el ánimo y la autoestima.
La vida es caprichosa, siempre habrá un suceso que te hará arrepentirte de haber o no haber hecho algo, ya sea a corto o largo plazo, y siempre habrás elegido el camino que no es, el que no te gusta y el que ya no tiene vuelta atrás. Y entonces te preguntarás qué habría pasado si no hubieras elegido así, si hubieras sido más feliz, si hubiera merecido la pena hacer lo que en su momento no creíste oportuno. Es una duda que te perseguirá para siempre, nunca sabrás esa respuesta. Tal vez el otro camino tampoco hubiese sido como te lo imaginas, tal vez si lo hubieras elegido te arrepentirías también y querrías volver al camino en el que ahora estás. Pero jódete, eso nunca lo sabrás. Tendrás que vivir arrepintiéndote constantemente de todo lo que has hecho, superando viejos arrepentimientos para encontrarte con nuevos día a día.
No te pongas excusas, es tu culpa, de nadie más. De ahí viene la importancia de tomar uno mismo sus propias decisiones.

Fortaleza

La peor parte de parecer fuerte es que nadie se preocupa por como realmente te sientes.
Siempre creerán que estás exagerando, que no te afecta tanto, que no pasa nada, porque claro, tú eres fuerte. Tú lo superarás solita y sin ayuda de nadie, porque sí, porque tú eres fuerte. Te levantarás día tras día sacando fuerzas de donde no las hay, sin esperanzas, sin ninguna expectativa, casi sin querer soñar por miedo a despertar, porque tú, tú eres fuerte. Pasarás mucho tiempo en el suelo, cayendo y cayendo, viendo a la gente más y más grande mientras tú te haces cada vez más pequeñita, pero eh, no tienes derecho a deprimirte, porque tú eres fuerte.
Te verás sola, llegarás a pensar que te han abandonado tus amigos, pero nunca en la vida te darán la razón, porque ellos simplemente te estaban dejando para que te recuperaras por tu cuenta, no querían molestarte porque te veían demasiado mal. No te preocupes, cuando vuelvas a estar bien ellos regresarán contigo para aprovecharse de lo bueno, como hacen siempre. Pero ¿tienen ellos parte de culpa? No, por supuesto que no, tú eres fuerte, no necesitas gente a tu lado, te las puedes apañar sola, ¿para qué van a ayudarte y pringarse si ya lo puedes hacer tú?
Claro, que hay veces que la cosa se pone al revés y son los demás los que tienen problemas, ellos no son tan fuertes, ellos sí que necesitan que tú te pringues y los ayudes. ¿No es ley de vida? ¿No debería vivir el más fuerte? Pues en este caso no, señores. En este caso si después de que todo el mundo te haya dado la espalda no los ayudas, eres tú la mala. Sí, resulta que entonces eres la amargada que no mueve un dedo por los demás.

La música

La música, esa maravillosa melodía que manipula nuestros sentimientos.
En efecto, ella marca todos tus estados de ánimo: tan pronto te anima y te da fuerza como te hace llorar, te relaja o expresa por ti todo lo que sientes.
Hay canciones que nos recuerdan a alguien, canciones que dedicamos para que ellas hablen por nosotros o que tenemos como nuestro propio himno. Algunas parece que nos describen propiamente. Hay otras fijas en nuestra lista de reproducción, las que buscamos como compañía en nuestros peores momentos, y las que elegimos cuando nos apetece saltar de alegría.
Tenemos esas en inglés que no entendemos del todo, pero que nos gustan igualmente, y esas otras con una letra profunda, cuyas frases se nos quedan grabadas para siempre.
La magia de la música es que a veces ni siquiera necesita letra para transmitirnos un mensaje, para hacernos sentir. La necesitamos casi tanto como soñar, es una de nuestras principales formas de expresión, es un punto de color en un paisaje gris, una pequeña flor que nace en medio de la nieve, o ese rayito de sol que se cuela entre las nubes.

Hoy aprendí una cosa

Hoy me han enseñado una cosa, y es que hay que tomarse la vida un poquito menos en serio. Porque nada está planificado, y cuanto más quieras que las cosas vayan bien más se torcerán.
Un día te despiertas con ganas de asesinar al despertador por sacarte de tus sueños y termina siendo un día estupendo, de esos que recuerdas cuando eres mayor, así como te levantas con ganas de comerte el mundo y terminas comiéndote el suelo. Un día contemplas cómo aquellos a los que conocías ya no son los mismos, y es entonces cuando quienes menos te esperas llegan a tu vida y se convierten en aquellos en quienes más confías, y por los que dirás "hoy merece la pena levantarse".
Y quizás aquello que creíste tan terrible en su momento, ha significado que hoy tú seas quien eres, y que estés aquí, donde estás, con quienes estás, dando las gracias por ello.
Y verás que es verdad, que al igual que se le puede dar la vuelta a un número, se le puede dar la vuelta al marcador, y que las cosas cambian, y antes de que te hayas dado cuenta ya han cambiado. Porque los imposibles también existen, y de pronto haces lo que dijiste que nunca harías y te sientes tan viva que descubres que ahí están escondidos los auténticos placeres de la vida. Lucharé por mantener lo que hasta hoy he disfrutado, esto es por vosotros y por todo lo que me habéis dado, y sobre todo, porque pase lo que pase nunca quiero echaros en falta.

Crecemos

Nacemos, crecemos. Ya hemos dejado de ser niños para convertirnos en “muchachitos y muchachitas”. Sabemos que ya nadie va a venir a apartarnos del peligro, nadie tomará más decisiones por nosotros, ahora empezaría esa etapa de nuestra vida que llamamos “libertad”. Pero es un engaño, esa libertad se llama cometer un error detrás de otro.
Cambiamos poco a poco los abrazos por los besos, la ropa cada vez se hace más corta, empezamos a vivir más de noche que de día, nos gusta probar sensaciones nuevas, nos gusta creernos que nuestra vida a partir de ahora solo será nuestra. ¿Y quién leyó la letra pequeña? Esa parte que decía que serías esclavo de tus sentimientos, que cualquier día podría cambiar de dirección como lo hace una montaña rusa, esa, sí, esa.
Echo de menos esos tiempos en los que mi única preocupación era jugar y jugar, inventarme alguna excusa para que no me castigasen y enfadarme por tener que irme a dormir demasiado pronto. En definitiva, echo de menos aquella época en la que no entendía ni de calorías ni de corazones rotos.

La duda

No sé ni lo que quiero. Me encantaría saber qué es lo que quiero. Quiero echar a correr y sentirme libre, quiero bailar bajo la lluvia, quiero tumbarme al sol y sentir como calienta cada centímetro de mi piel. No quiero que nada me ate a ningún sitio. Quiero sentir, necesito sentir. Sentirme bien, sentirme mal a ratos, y que nada me importe porque soy joven, tengo todo el tiempo del mundo para hacer lo que todos quieren que haga, pero ahora no, ahora necesito ser solo yo. Ahora necesito gritar, que mi corazón lata al ritmo de la música, dejarme llevar por ella. Necesito hacer locuras que poder recordar en mis noches de insomnio. Necesito noches en vela, necesito experimentarlo todo. Quiero alguien a quien poder decir te quiero todas las noches, alguien que me saque esa risilla tonta, alguien con quien recuperar el tiempo perdido y reír a carcajadas. Quiero saber qué camino tengo que tomar para luego no volver a arrepentirme. Quiero que me digan de una maldita vez qué es lo que tengo que hacer.
Me conformo con bailar un rato con la felicidad, con soltar todo el aire y después respirar.




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