Desmadre «a la española»
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Los titulares que se suceden muestran la extensión pandémica de la idiocia galopante entre determinados sujetos del pensamiento político dominante. Hoy, este artículo https://www.granadahoy.com/granada/departamento-Universidad-Granada-irregularidades-examenes_0_1482751855.html

«Un departamento de la Universidad de Granada repetirá varios exámenes tras detectar "irregularidades" en las pruebas on line»

Los complejos y mitos por los que se rige una parte substancial de la sociedad actual, obsesionada con la idea de ofrecer una imagen avanzada de preocupación por alcanzar los estándares impuestos por las gauche et droite divine de aquello que se considera «correcto y adecuado», lleva aparejada una situación insostenible de caótica contradicción y desorganización que el ciudadano medio padece entre estupor, rabia y hartazgo, sin entender la base real de la deriva que se impone a su modo de vida regulada hasta ahora, suponía, por valores cívicos y ciudadanos reglados y protegidos desde los tres poderes independientes que articulan la esencia de los regímenes democráticos y de progreso modernos, sin duda siempre perfectibles, pero dentro de una lógica razonable y consensuada.

En EDUCACIÓN, derecho inalienable inherente al ser humano y elemento esencial de la conservación y progreso de la sociedad, la situación es especialmente preocupante. En todas las etapas educativas y en todas las administraciones estatales y autonómicas. No hay excepción. El descontrol queda perfectamente definido en una frase muy popular – con la que, de antemano, asumo el enfado del colectivo antiespecista y transfeminista Almas Veganas, que, además de «rescatar animales no humanos» y «cuidar de las personas no humanas que habitan en su santuario», tanto lucha contra la «esclavitud de los huevos» y por evitar que los gallos «violen» a las gallinas-, pero que define como ninguna otra la circunstancia que vivimos: Nos movemos «como pollo sin cabeza».

La muestra más reciente ésta, recogida de modo y manera muy suave por el diario Granada hoy, que evidencia la imposibilidad de ocultar, primero, y, cuando ello no es posible, aceptar como válidos hechos que ninguna sociedad coherente se puede permitir.

La trampa, la mentira, el trapicheo y la compra, se están generalizando en ciertos sectores como vía idónea para alcanzar metas y objetivos en sustitución de cualquier sistema, ya «carca» y obsoleto, basado en escalas de valoración con criterios tan poco fiables como el mérito, el trabajo y la capacidad.

Los intentos de fraude en los exámenes hace años que se denuncian. Que son, incluso, un negocio para individuos desaprensivos es conocido en el ambiente universitario y ha sido tratado en bastantes estudios, artículos y documentales televisivos. Consecuencia de ello es la solicitud e instalación de inhibidores de frecuencia en ocasiones especialmente relevantes. La existencia de webs que acogen ejercicios académicos y exámenes de todo tipo, que alguien sube y cobra por cada descarga, es sobradamente conocida. También las otras, más profesionales, que se ofrecen a realizar trabajos fin de carrera y tesis doctorales con el atractivo eslogan publicitario «Vive tu vida, te lo mereces. Nosotros trabajamos por ti», a cambio de un precio en función del número de páginas que oscila entre los cinco euros, para documentos de Ciencias de la Educación y Psicología, y los trece/catorce euros si versan sobre Medicina o Ingeniería.

El paternalismo infantiloide desplegado para «proteger», no ya los derechos, cosa que nadie discute, sino unos posibles daños traumatizantes en un personal que tiene edad suficiente para votar, pero que no parece esté capacitado para afrontar situaciones graves sobrevenidas pese al despliegue «emocional» trabajado en las etapas inferiores, junto al desconcierto reinante en todas la autoridades educativas, de la cabeza a lo pies, incompetentes e inoperativas, incapaces, siquiera, de alcanzar un acuerdo medianamente consensuado para responder al desafío del momento, solo ha conseguido un agravamiento del problema.

Los intentos de trampa han sido generalizados, y detectados fehacientemente, mucho más allá del Departamento de Derecho Administrativo de la Universidad de Granada. El profesorado universitario ha llegado a plantearse seriamente su responsabilidad administrativa o penal al acreditar mediante una firma las actas que garantizan al mundo la superación de determinados niveles de cualificación, instrucción y conocimiento de los individuos relacionados en ellas. Si son conscientes de la existencia de fraude, además de la injusticia manifiesta para aquellos que han obtenido legítimamente la calificación otorgada, ¿no incurren en el delito de falsedad en documento público? No obstante, el sistema garantista establecido para proteger al alumnado exige tal carga de prueba al profesor que termina por aceptar, impotente, lo que hay.

¿Qué hace diferente este caso? Dos circunstancias: La denuncia no parte del profesorado, sino de un colectivo de alumnos que, hartos de las actuaciones chulescas y despreciativas de los mal llamados compañeros, ha proporcionado las evidencias necesarias ante el departamento más especializado, precisamente, el de Derecho Administrativo de la universidad.

Ahora Twitter arde. La pataleta de niños mimados de la «estudiantada» afectada, y la de otras carreras temerosa de que se extienda la iniciativa, es estentórea: grita, amenaza, clama y convoca manifestaciones encabezadas por los máximos representantes de los sindicatos estudiantiles, algunos de los cuales tienen edad suficiente para ser abuelos… Además exige conocer la identidad de los denunciantes al objeto, según afirma algún indignado en la red, de «aplicarles la justicia que merecen»…

¡Otro frente, y no menor, abierto en el mundo educativo!



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