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Reflexiones en torno a este artículo
«El programa de Podemos contra el calor y la sequía choca con el de Moncloa», ¡y el de unos y otros contra el sentido común! Basta con clicar los dedos y ¡ya!
Aires acondicionados en todos los rincones, viviendas a granel, ¡regalados, oiga!
Agua abundante, pero sin presas ni redistribución de caudales hídricos, porque lo «de ca uno es de ca uno». Los pisos no, que esos son de los okupas.
Semanas de trabajo de cuatro días o menos y pocas horas, para alargar las alegrías de los «findes» y para protestar contra la tiranía esclavista de los nefastos empresarios, emprendedores y autónomos que explotan de manera capitalista a los empleados.
Y, naturalmente, permisos por maternidad y paternidad hasta que el bebé cumpla la mayoría de edad para votar, agradecido, a quienes tanto han hecho por sus padres y en el futuro harán por él.
Como anticipo, ya tiene asegurados sustanciosos cheques regalo y, en recompensa por los padecimientos sufridos y durísimos esfuerzos realizados durante su etapa escolar, la seguridad de recibir un papelito eufemísticamente llamado título académico, que, en la práctica y si no tiene unos papás con posibles suficientes para abonar la matrícula en una institución educativa seria, no servirá nada más que para decorar una pared de ese piso que recibirá.
Y habrá decenas de miles de nuevos funcionarios, médicos, docentes, administrativos… —sin concurso oposición, que «no prueba nada»—, pero que aliviarán las estadísticas del paro con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, que deberán cuidar no agilizar demasiado la demora en la prestación de servicios de la administración, ni de la pesadilla de la «cita previa», para justificar la contratación de nuevas remesas de más «funcionarios» que tampoco funcionen y justifiquen más contrataciones, y más, y más…
Y se construirán ciudades felices para ciudadanos felices, donde estarán prohibidos los humos, los ruidos y los vehículos de más de dos ruedas. Un paraíso para circular en bici o en patinete, aunque se tengan ochenta años y no se haya querido aceptar una muerte digna.
Y, se salvará el mundo al acabar con el cambio climático eliminando las macrogranjas y otras explotaciones ganaderas que pueblan la atmósfera del odiado CO2. ¿Para qué se necesitan si en los hipermercados «tipo Venezuela» de precios controlados habrá profusión de hamburguesas y chuletas de cordero veganas, totalmente «naturales» y saludables? Sin hablar del maltrato animal ni lo mal que sienta la proteína animal a la salud.
Y no habrá delincuencia porque el latrocinio, la estafa y la prevaricación entrarán en retroceso. Si todo está despenalizado, no hay delito. Además, de todos es sabido que si alguien roba hoy no lo hace no en su propio beneficio, sino para repartir entre los demás.
¡Qué impaciencia! En unas semanas y meses todos viviremos en el universo de Lyman Frank Baum: «El mundo de Oz».
Los magos ya los tenemos aquí.
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