Respuesta a la carta de un opositor
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OPINIÓN

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En un tiempo de efervescente actualidad por lo que supone para muchos el inminente desarrollo de las Oposiciones a la Función Pública Docente, traigo a este lugar, como paradigma del movimiento que se avecina, la carta abierta divulgada por R.A.P. (julio de 2018), con petición de máxima difusión, junto a la respuesta que le remití en su día.

1. LA CARTA
(Copiada y pegada. Las incorrecciones gramaticales y tipográficas son del original).

CARTA ABIERTA DE R. A. P. SOBRE SUS OPOSICIONES A PROFESOR DE SECUNDARIA DE MATEMÁTICAS
«Hola a todos:
Después de pasados 10 días tras ver la nota de mi primera prueba de las oposiciones de Secundaria de Matemáticas y tras haber soltado todo tipo de improperios a los que me preguntaban sobre la oposición, quiero hacer una reflexión y contar públicamente mis impresiones y peticiones sobre el proceso. Llevo 23 años dando clase de Estadística (y Probabilidad) en Academias universitarias y en las Universidades de Jaén y Granada, además de impartir Matemáticas en dos centros concertados durante casi un año.

En febrero decido presentarme a las oposiciones de Secundaria especialidad de Matemáticas, al haber gran cantidad de plazas en Matemáticas y no ser estable mi puesto de trabajo actual como profesor en la Universidad de Granada, donde imparto asignaturas relacionadas con la Estadística y Probabilidad. Por ello, me apunto a una Academia, donde preparo fundamentalmente los problemas, puesto que hay alguna rama de las Matemáticas que no toco desde hace unos 25 años.

Llega el día del examen y la Prueba 1 tiene 2 partes, que se realizan conjuntamente en 4 horas y media:

  • Parte de Problemas: Tengo que hacer 3 problemas, de los que hago bien 1 entero y el apartado principal de los otros 2. La máxima nota que podría sacar si los hago perfectos es 19 puntos de 30, es decir 6.3333. Yo salí convencido de que los había hecho bien porque los resultados eran coherentes y coincidían con los de otros compañeros.
  • Parte del Tema: El temario tiene 71 temas, salen 5 temas y tenemos que elegir uno de ellos para desarrollarlo. Tuve la enorme fortuna (al menos eso creía hasta hace 10 días) de que salió el tema 64, que es la Probabilidad Compuesta. Dicho tema lo desarrollé tal y como llevo haciendo 23 años en mis clases en academias y universidad al más alto nivel, tal y como se hace en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Granada, incluso incluyendo alguna demostración que ya no se le hace a los alumnos por falta de tiempo. Además, para más inri, tengo varios libros editados en los que se incluye dicho tema (el más reciente es Técnicas Cuantitativas 1 de Editorial AVICAM, que aprovecho para promocionar aquí).

Por tanto salí muy contento del examen realizado, muy ilusionado con hacer la Prueba 2 y, si no conseguía plaza, al menos, sabía que iba a estar en una buena posición en la futura lista de interinos. Y llegó el día de las Notas, el 17 de Julio. Voy al Tribunal 19 de Matemáticas de Granada a ver mi calificación y tengo 6.333 en la parte de problemas (lo esperado) y 2.415 en la parte del tema. Estaba allí con una compañera de la academia, la cual también estaba suspensa, y empezamos los dos a lamentarnos en voz alta. Ella estaba indignada con lo suyo, pero cuando vio lo mío no se lo creía (si el tema no hubiera sido de Estadística o Probabilidad, entendería perfectamente esa calificación, pero…). Además, como la nota no llega al 2.5 no me hacen media (si hubiera tenido 10 en problemas, hubiera suspendido también). Pude hablar con el Presidente del Tribunal, contándole mi caso, pero no pude ver y discutir con ellos mi examen. Entró a ver el examen y me dijo que las notas de todos los miembros del tribunal habían sido similares y me comentó que no les había gustado mi desarrollo del tema y que esa era mi nota.

Del Tribunal solo sé que sus 5 miembros y miembras son Profesores de Matemáticas con su oposición aprobada. No sé si son o no matemáticos (pueden ser ingeniero, físicos, biólogos,…) y menos todavía si saben algo de Estadística y Probabilidad (para muchos matemáticos, la Estadística y Probabilidad, no va con ellos, es la niña fea o el niño feo de la fiesta) lo que si estoy seguro al 99.99% es que no saben más Probabilidad que yo.
He puesto una Reclamación a la Delegación de Educación hace una semana, pero nadie contesta ni creo que lo vayan a hacer.

Lo que solicito es poder ver y discutir mi examen con el Tribunal (tal y como hago yo con mis alumnos) y, si es posible, que me corrija el Tema otro Tribunal que no tenga ya la opinión preconcebida.

Estoy en un grupo de afectados por las oposiciones y la idea del mismo es impugnarlas si no se da otra solución.
Me gustaría que esta reflexión se hiciera viral y lo conociera cuanta más gente mejor.»

2. LA RESPUESTA

Una premisa inicial: no conozco al firmante de esta carta, ni mi objetivo es ofenderle. Ni a él ni a nadie. Tampoco extiendo mi reflexión de manera general a la totalidad del conjunto del colectivo afectado, en absoluto mi intención es la de generalizar, simplemente pretendo, desde un punto de vista seguramente equivocado, analizar ciertas actitudes y comportamientos en relación con un tema que, bochornosamente, se repite periódicamente.

Las oposiciones a puestos educativos generan un espectáculo lamentable antes, durante y después de su celebración. Y los perfiles de sus protagonistas se pueden clasificar en un marco con tres variantes:

  • Por un lado están los interinos «pata negra», denominación que, entre ellos, designa al nutrido grupo que mantiene esa condición desde hace décadas. Son docentes que jamás demostraron ante nadie su nivel de cualificación para desempeñar un trabajo al que acceden por inercia. Basta con presentar un título y solicitar la inscripción en la bolsa que adjudica las plazas y que se resuelve, como criterio prioritario, atendiendo a la antigüedad de la fecha de la solicitud. Esto es así gracias a unos acuerdos entre sindicatos y administración que generan pingües beneficios para ambos: popularidad y votos en aquellos, y cómoda estabilidad, y ahorro, en esta. Pese al grito insistente, principal argumento en sus reivindicaciones, de que tienen demostrada suficientemente su capacitación al ejercer durante años, nunca fueron evaluados, ni observados siquiera, en el desempeño de su labor.
  • Luego tropezamos con aquellos que proclaman una formación superior obtenida a base de másteres y «cursos de doctorado», lo cual, en opinión de algunos, debe ser determinante. Pero, desgraciadamente, hoy, cierto tipo de master, tampoco acredita nada. Hay demasiadas instituciones con poca tradición académica o legalidad, en ocasiones, cuestionable, que producen «másteres», en expresión castiza, «como si fueran churros». Una muestra. Como director de un centro educativo conté durante tres meses con una joven conserje sin experiencia anterior en ese tipo de trabajo y a quién, en ese periodo, autoricé varios permisos para realizar exámenes. Cursaba estudios de Formación Profesional, rama de Auxiliar Administrativo, de primer grado. Finalizado su periodo de sustitución, la formación adquirida haciendo fotocopias para los compañeros le permitió pasar, sin solución de continuidad, a impartir clases de contenido didáctico en másteres para profesores organizados por un popular sindicato. Hoy, departamentos universitarios responsables de universidades acreditadas, serias, de las de toda la vida, empiezan a encontrar en este tipo de cursos alumnos convencidos de que el mero hecho de abonar los derechos de matrícula basta para que se les expida la titulación. Y prefiero callar sobre la confusión de concepto que se aprecia entre algunos cuando presumen de «cursos de doctorado».
  • En tercer lugar aparecen los «hijos de la LOE, LODE, LOGSE…», criados en un universo de derechos sin la correspondiente carga de deberes consecuente, convencidos, porque así se les ha hecho creer, que son la «generación mejor preparada de todos los tiempos», por lo que se adornan con un punto de narcisismo y otro de soberbia.

Mira, R., soy básicamente persona de letras. Mis titulaciones oficiales se encuadran en el ámbito de las Humanidades y mi Tesis Doctoral, mi Doctorado de verdad, de tribunal de especialistas reconocidos a nivel internacional, de ámbito sociolingüístico, consistió en crear un algoritmo matemático, una fórmula, que permite predecir el vocabulario que utilizará un hablante, según su edad y circunstancias, en determinadas situaciones comunicativas. Y, ¡también es casualidad!, se construye a partir de los principios de la probabilidad compuesta y el Teorema de Bayes. Pero lo que tal vez te sorprenda más es que mi formación matemática, capaz de construir un artilugio así, no va más allá de la recibida en mi Bachillerato de Ciencias. Cierto que aquel era el plan de las dos reválidas, que tuve la fortuna de disfrutar, impartido por un cuerpo de magníficos profesores que me enseñaron a obtener rendimiento y aplicar de manera creativa los conceptos que me transmitieron.

Y con ello quiero recordarte a ti y a los demás, que os enfrentáis a una OPOSICIÓN para acceder a la FUNCIÓN PÚBLICA con la intención de desarrollar un trabajo eficiente en el seno de un CUERPO DOCENTE. Nada que ver con una nueva certificación de superar un nivel determinado de conocimiento. Eso ya consta en el título universitario que os abre la puerta del concurso oposición. Se trata, primero, de convencer a la Administración, representada en el tribunal que os valora, de que sois competentes para transmitir adecuadamente vuestra ciencia, de forma y manera motivadora y «capacitante», para contribuir eficazmente en el desarrollo personal y social de vuestros alumnos, y además, y segundo, que vuestra propuesta de métodos y recursos es superior a cualquier otra que puedan presentar los demás.

Tal vez la solución a este problema llegue cuando todos, también las tan sacrosantas academias que viven de preparar opositores y cuyo negocio depende del porcentaje de ellos que adquieran la condición funcionarial, focalicen realmente cuál es la situación y dejen de cargar sobre terceros su fracaso y, en consecuencia, el no cumplir con las expectativas generadas.

No quiero terminar sin lanzar un mensaje de ánimo para esa otra mayoría, tan preparada como los que claman, protestan y recurren al victimismo, deseándoles la mejor de las suertes. Si no es ahora, será sin duda, en la próxima, o en las siguientes. La escuela pública de este país está muy necesitada del mejor profesorado.



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